En la cena de anoche con los de la redacción de La Galerna «prometí» a mi amigo Falstaff una contestación concisa a su artículo, en forma de panfleto, sobre Lennon. Antes de irme a la cama cumpliré mi palabra. Debo comenzar por agradecerte, querido Falstaff, esta amena «playlist» de magníficas composiciones de John Lennon para los Beatles que acabo de montar en mi «spotify», con la obvia intención de escucharla mientras escribo. Casi he tardado más tiempo en componerla del que dedicaré a estas líneas. Así que no la disfrutaré entera: ¡Son tres horas y cuarto de la música de un genio! Vale, en fin, de preámbulos y vamos al tajo.
Planteada tu tesis sobre una revisión culé de Lennon, respetado Falstaff, no superaste la objeción de que era una boutade identificar a los Beatles con el Madrid y a Lennon con el Barça. Sostener, para refutarla, que los Beatles habían sido los Beatles «a pesar de» John Lennon es «un puto disparate», como, efectivamente, te señaló un compañero de la redacción. Fui yo —admito públicamente— ese compañero sincero y poco dotado para la diplomacia. Debería, quizá, haberme disculpado. Tras leer tu artículo, no encuentro motivo alguno para hacerlo.
Nada, nada, absolutamente nada en tu texto, Falstaff, rebate esa objeción inicial. Lo mejor de tu artículo es su valor como paradigma de la «ignoratio ellenqui», la madre de todos los sofismas. En eso estás magnífico: La argumentación elude concienzudamente los hechos. Reinventas los Beatles para escindirles de la impronta de Lennon, presentándole como una personalidad irrelevante y sometida por el grupo que había creado. Claro. Lo más probable es que todos los críticos musicales atribuyan contigo la variedad de escenas y registros que van de Please, Please Me a Come Together pasando por I Should Have Known Better, Help, Strawberry Fields Forever o I Am The Walrus y tantas otras que estoy escuchando ahora, al cachondo de Ringo Starr, con el que, por cierto, colaboró Lennon siempre en sus discos —desde Ringo a Ringo´s Rotogravure pasando por Goodnight Viena— después de disolver el grupo que fundó. O sea, cuando, según tú, ya no era más que un «pedorro».
Un «pedorro», sin embargo, pudiendo elegir —y Lennon podía hacerlo—, no elige tener al FBI de Richard Nixon pegado al culo y conspirando para deportarte de los USA. Una vez más, los hechos despreciados. Y sólo reescribiendo completamente «Imagine» —para lo que ni tú ni yo tenemos talento— se podría identificarla con el discurso del nacionalismo rampante y el fundamentalismo «del país pequeñito» que encarna Guardiola. esencialmente antitético al propio tenor literal de la canción: «Imagine there´s no country / It isn´t hard to do / Nothing to kill or die for» («Imagina que no hay países ⁄ No es difícil hacerlo ⁄ Nada por lo que matar o morir»).
En fin, Falstaff, no importa que no conozcas los Beatles. O les conozcas y no les entiendas. Al fin y al cabo, La Galerna no es Melody Maker. A ninguno nos cabe la menor duda de que las opiniones musicales de sus redactores traerán sin cuidado a sus lectores. Lo preocupante es que la única vez que tu artículo se ajusta a los hechos sea para demostrar que a quien no conoces es a Alfredo Di Stefano, «un sujeto habitualmente malencarado, insufriblemente narcisista, fatuo y vanidoso», por usar las palabras con las que describes a John Lennon. Dudo mucho que la imagen de nuestro Cristiano sea otra. Y como sujeto colectivo, es precisamente eso, adjetivo más, adjetivo menos, lo que los antimadridistas predican del Madrid. Enhorabuena.
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