Yo quiero hablar de todos esos que a partir de ahora casi habrá que ir a buscarles, será como ir a buscarles, a la Argentina, al Perú o al Paraguay. El villarato, “villanato” me apunta el corrector ortográfico (un corrector ortográfico magnífico), ya no es esa palabra que provocaba sonrisitas veganas de superioridad, resoplidos herbívoros, como de alce, o silencios vegetarianos. Se ha descubierto que muchos que hoy ya se estarán tiñendo el pelo, dejándose crecer las barbas de respetabilidad, cambiando de lado la raya del peinado o poniéndose gafas de improviso para parecer de pronto impresionantes naturistas, en realidad comían carne. Algunos hasta con las manos.
Casi estoy viendo como otros hacen las maletas imaginarias, se montan en sus coches atestados y ponen rumbo fuera de sus fronteras. Naturalmente (naturísticamente) es una huida físicamente imaginaria. El viaje es mental. Hay muchos de esos que están acostumbrados a estos viajes repentinos. Cogen lo imprescindible y tiran y cuando llegan son otros. Otros que nunca sonrieron como superiorísimos veganos, o resoplaron como grandes herbívoros, o callaron igual que si sólo hubieran comido lechuga en su vida.
El villarato (el villanato) era carnoso. El villarato era incluso grasiento. Yo veo un enorme animal cocinarse a vueltas sobre las brasas de una hoguera en la Real Federación Española de Fúrgol mientras todos esos hombres con pieles esperaban y recibían su parte. Muchas partes diferentes de ámbitos diferentes. Esos hombres, todos esos hombres también diferentes tendrán los dedos manchados de grasa. Unos dedos manchados de sonrisitas, de Twitter, de resoplidos, de artículos, de silencios, de declaraciones con mucha grasa.
Ha terminado una época y a partir de ahora la Farsa será mayor que nunca, tan grande como siempre fue en esa caverna que en realidad existía en ese lado y no en el otro y de la que desde fuera sólo se veían unas sombras exquisitas cuando por dentro se hablaba a gruñidos o se negociaba a palos (dicen que también se enviaban pescados envueltos, pero esa es otra película) como si toda la vida, veintinueve años, se hubiera pasado en busca del fuego.
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