Quedan pocos días para comprobar si el fútbol mundial y en especial el Real Madrid pagan su deuda con el Atlético.
Sí, amigos, dejen de parpadear perplejos y cierren su boca para evitar el bobalicón gesto. Esto que digo es ley porque así lo han afirmado los tótems del periodismo español y, por tanto, va a misa.
Esta deuda universal que el fútbol, el baloncesto y parte del hockey hierba tienen con el Atlético de Madrid, procede de perder dos finales en el último minuto, o de dejar de ganarlas más bien. En una se debió jugar un partido de desempate y en la otra una prórroga que llevó a los rivales atléticos a golearles inmisericordemente.
Llama la atención esta deuda, ya que en ninguna de esas dos finales fue superior el Atlético. En la jugada frente al Real Madrid estuvieron a punto de ganar sin tirar a puerta, meritorio, desde luego. Para los atléticos y antimadridistas varios aquello fue una afrenta, que el Real Madrid venciera siendo mejor gestó una deuda que el mundo del fútbol debe saldar y, a ser posible, pagando el Real Madrid. Para los madridistas y cualquier observador objetivo aquel gol de Ramos fue justicia poética, no ya por los desprecios y desplantes que sufre la institución por parte del antimadridismo, sino por cómo transcurrió aquella final.
Siempre me ha sorprendido cómo los malos pagadores son los primeros en reivindicar deudas, especialmente las inexistentes. Ahí les tienes, han jugado dos finales y a la tercera la deuda es acuciante. Nosotros vamos a jugar la decimocuarta y nos ha dado para perder una más que ellos incluso.
Se entiende, por tanto, que las deudas se contraen no por obligaciones, merecimientos o meritocracias, sino por antimadridismo o falta de títulos. Si es por esto último, no quiero ni pensar lo que le debemos todos a la Unión Balompédica Conquense.
Al madridismo nunca le ha dado por pedir el pago de deudas o quejarse de los morosos. Cuando conquistamos cinco Copas de Europa consecutivas y los arbitrajes empezaron a ser escandalosos para que no lográramos más, ya que podía ser contraproducente para una competición que siempre la ganara el mismo (hola, Ellis y Leafe), tampoco lo hicimos. También perdimos contra un Liverpool superior en 1981, a pesar de tener un aguerrido equipo luchador y del pueblo… Sí, amigos, perdimos varias finales y sufrimos alguna bochornosa eliminación, pero no nos dio por pedir el pago de la deuda. El carácter especial de nuestro club y el haber ganado muchas debió llevarnos a relativizar, pero tampoco pidieron el pago de esa deuda desde fuera de la institución, algo que me sigue dejando perplejo. Serían otros tiempos.
Lo que ocurre es que a esos Quijotes con micrófono que piden el pago de extrañas deudas al Atlético de Madrid se les pone cara de Dustin Hoffman en Rain man cuando contemplan evidentes injusticias contra nuestro club.
Al Madrid le deben varios tripletes y algunas Ligas en la última jornada, sin maletines tinerfeños ni denuncias públicas de ex jugadores azulgranas, pero no he escuchado ni oído a nadie reivindicar tal deuda, y eso que busqué con esmerada tenacidad.
Tampoco nadie ha pedido compensación por la asombrosa mala forma arbitral del colectivo con nuestro equipo y el asombroso rendimiento que tienen con los azulgranas. Nadie habla de que nos adeuden unos cuantos penaltis, expulsados o goles en fuera de juego que podrían habernos hecho campeones esta y otras temporadas. De esas deudas no he oído ni leído nada. ¡Un día nos pitaron un penalti en Elche y se nos quiso adjudicar la deuda de un posible y futuro descenso del equipo alicantino!
¿Cómo vamos a pedir o esperar tal cosa si también se nos deben unos medios de comunicación dignos y rigurosos? ¿Quién nos va a pagar la deuda de tener que aguantar a los Piqué, Xavi Hernández, Simeone, Gaspart, Rosell, Laporta, Bartomeu, Stoichkov, Alves y cía?
En un país sensato y con unos códigos morales básicos, quizá gente como Simeone, que dijo que “la Liga estaba peligrosamente preparada para el Madrid”; Guardiola, que intentó desprestigiar, entre eructitos, la Liga de los récords hablando de extraños arbitrajes; o Piqué y sus constantes faltas de respeto hacia nuestro club o nuestros jugadores, incluso en las celebraciones de sus éxitos, sí adeudarían algo: una sencilla disculpa.
Nadie la pedirá porque nadie la espera en nuestro equipo, y desde los medios tampoco, porque disfrutan con esas faltas de respeto e injurias. Hasta ahí llega la dignidad de algunos de nuestros rivales. No, el pago de esta deuda tampoco lo esperamos.
Uno se pone a pensar, mal hábito que tenemos en La Galerna, y acaba llegando a la conclusión de que si a alguien le deben algo es al Real Madrid, pero no, no pediremos pagos.
No, el club no pide el pago de deudas, acepta esa economía de mercado y la competencia pura y dura, a pesar de que algunos aficionados pedimos enseñar menos los dientes como la Pantoja y denunciar estos desmanes a un equipo que sería adorado en cualquier otro país, que se conformaría con un trato digno. Mientras esperamos pacientemente, desde nuestra respetuosa libertad de expresión, lo denunciaremos nosotros, los aficionados.
Como hacen muchos estados ricos con los menos afortunados o mal gestionados, el Real Madrid ha terminado por condonar casi todas las deudas que se tienen contraídas con él, mientras observa cómo otros acostumbran a pedir y recibir ayudas y rescates de ciertos medios sectarios a diario y con salero.
En cambio, se pretende una apología de igualdad malentendida al estilo comunista que sólo incumbe al Real Madrid, al que ya sólo resta pedirle que se deje ganar por el equipo del pueblo, por el pueblo y para el pueblo… pero sin el pueblo. Un reparto equitativo de las riquezas donde lo siguiente será exigir el expolio de las vitrinas del Bernabéu para repartir sus éxitos entre los fracasados estantes de los demás.
Nuestro club, que es una rareza absoluta en su distinción, que no pide cuentas a morosos ni devuelve contestaciones a injuriosos, prefiere optar por aumentar esa quimérica deuda en el campo. Sí, aunque nos desesperemos en muchas ocasiones, es justo reconocer que la institución da día tras día una lección de saber estar.
Sé que a nuestros rivales no les sobran títulos europeos, pero al Madrid, el más laureado, tampoco; es lo que tiene ser insaciable. Hemos ganado sólo 10 de 46, lo que es un balance casi angustioso para nuestro glorioso club, que las necesita mucho.
Así que si alguno cree que tiene deudas que pagar o que cobrar, que pregunte en Hacienda, que no les vendría mal, a ver si tienen suerte y les sale la declaración a devolver.
Por mi parte, en cuanto termine el artículo voy a comprarme un flotador con el escudo del Madrid, pagado al contado, que no me gusta deberle nada a nadie, porque si por alguna extraña casualidad y conjunción astral nos da por ganar la Undécima, el océano de bilis va a ser gigantesco… y yo pienso chapotear en él felizmente.
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