Quienes me conocen un poco saben que no acostumbro a dar lecciones de fútbol. Sé poco de fútbol. Sé en cambio un poco más del Madrid, que es más que el fútbol. No soy quién para intentar explicar a Florentino, a Zidane o a ninguno de los jugadores qué es lo que deben hacer para salir de esta situación aciaga. Sí creo saber, disculpad el atrevimiento, qué es lo que de ningún modo convendría hacer ahora.
Procedo a enumerar, pues, las cosas que yo no haría.
- Seguir igual. Es evidente que las cosas no funcionan, por lo que se antoja de Pero Grullo la necesidad de cambiar. Todos deben estar abiertos al análisis que conduzca al cambio, por cuanto no podrá haber cura sin diagnóstico. Hecho el diagnóstico (que puede ser de enorme complejidad), procederá que cúpula, entrenador y futbolistas introduzcan las oportunas correcciones a un plan que se está mostrando fallido o adornado por un exceso de optimismo (es un pleonasmo: el optimismo siempre es excesivo).
Así, la cúpula debe dilucidar si la plantilla configurada en verano es óptima o necesita refuerzos. Modestamente, como ya opiné en verano, creo que un par de retoques le vendrían muy bien al equipo técnica y anímicamente. La insistencia por parte de Zidane en ir a muerte con esta plantilla se antoja un exceso de culto al colectivo. Si de verdad cree que es mejor no fichar en la ventana de invierno por mor de la armonía del vestuario, es posible que esté sobrevalorando esa armonía y minusvalorando el indudable espacio de mejora en muchas facetas del juego. Fue poco más o menos este equipo el que lo ganó prácticamente todo el año pasado. Pero no fue la misma plantilla. Es muy posible que Zidane lo sepa y que sus ruedas de prensa, marcadas por una defensa a ultranza de la plantilla actual, sean en realidad para el consumo interno.
Zidane debe también estar abierto a reconsiderar algunas de sus posturas más allá de los fichajes, y estoy seguro de que en su fuero interno lo hace. La aparente falta de autocrítica es sin duda para el consumo interno también: no quiere señalar a nadie ante los medios en aras de la mencionada armonía interna, pero de puertas para adentro habla claro. Quiero pensar que es así, y que no rehúye ni la crítica abierta a sus subordinados ni la necesaria autocrítica. El francés, que sorprendió al mundo como un estratega de primer orden en sus dos Champions como entrenador, no puede ignorar que no está tomando las mejores decisiones tácticas, especialmente cuando los partidos precisan de un golpe de timón. Bien es cierto que los demás ignoramos las restricciones de su sistema (estados de forma, por ejemplo) y es muy fácil juzgar desde fuera.
Como principales protagonistas del descalabro liguero, los jugadores deben ser los primeros en analizar qué es lo que hay que cambiar. ¿La actitud? Personalmente, no he visto una falta evidente de la misma, variable por lo demás difícil de distinguir desde el extrarradio de una baja forma física o anímica. No solo no veo dejadez, sino que aprecio un exceso de ganas de hacerlo bien (si cabe tal cosa) hasta el punto de conducir a la ansiedad.
2. Despedir a Zidane. Sería un error histórico, a menos que se demostrara una completa pérdida de control de la situación que en junio desembocara en una situación insostenible. Zidane es el mejor entrenador que puede tener el Real Madrid, y es ya el mejor de toda su Historia si atendemos a su fulgurante éxito. Es evidente que tiene lagunas, como él mismo reconoce cuando le preguntan por su bisoñez como técnico. Si no le entregas el tiempo para solventar esas debilidades a un tipo que te ha dado ocho títulos (entre ellos 2 Champions y una Liga) en apenas dos años, no sé a quién se lo vas a otorgar.
- Entrar (aún más) en pánico. Ya hemos hablado de la ansiedad. Desgraciadamente, es el auténtico timonel de la embarcación. El equipo se ha manejado con angustia desde el partido inaugural del campeonato, y no ha sido capaz de dejar atrás una zozobra anímica que, de hecho, no hace más que acrecentarse. A veces da la sensación de jugar al tran-tran, pero es peor aún (y más frecuente) cuando juega en un arrebato injustificadamente agónico. Parece que va perdiendo hasta cuando va ganando. No sabe administrar con aplomo rentas favorables. Le meten goles al contragolpe cuando va por delante en el marcador, algo que constituye un sinsentido futbolístico. Es más: le meten goles al contragolpe cuando es el propio Madrid el que se propone jugar al contragolpe, como se vio en Vigo tras los cambios. Es triste pelear ahora por el segundo puesto, pero el hecho de que el objetivo sea menor debería brindar cierta calma para asentar conceptos que tienen que ver con la estabilidad en el juego, con eso tan difícil y a la vez tan simple que se llama solvencia, que es la antítesis de lo que ahora mismo se ve y que representa un factor decisivo. Véase al líder destacado de la competición: es sólo solvencia + Messi. La solvencia se presenta como un atributo especialmente decisivo para el próximo doble choque ante el PSG, clave de toda la temporada.
- Entregar por completo el testigo a los jóvenes. Hay voces que preconizan esto, y lo introduzco como un apartado de mi anti-manual de ayuda para resaltar que me parecería errado. Se ha criticado mucho a Zidane por no darles la alternativa. Sin embargo, resulta muy difícil darles cabida en el equipo cuando las cosas no van bien: restarías confianza al veterano que ha fallado y entregarías demasiada responsabilidad al joven que ha tomado el relevo. Si arriesgado es el hacerlo cuando las cosas van mal, puede ser suicida cuando las cosas van muy mal. Los jóvenes deben seguir entrando poco a poco, y solo asentarse a medida que demuestren fehacientemente que en efecto pueden ofrecer más que el veterano de turno. Hasta la fecha, esta es la realidad, no han demostrado demasiado en las oportunidades brindadas.
5. Olvidar. Sería el peor error de todos ellos. Se acusa a estos jugadores de pretender vivir del pasado. Me parece un cargo formulado a la ligera. Salvo en algún partido, no he intuido afán alguno de “vivir de las rentas”, sino más bien un impulso desordenado de victoria fácil caracterizado por una alarmante falta de confianza. No es que tengan excesivamente presente lo que ya han conseguido. Más bien parece lo contrario. Parecen haber olvidado lo que ya han conseguido. Parecen haber olvidado quiénes son. Parecen haber olvidado que hace pocos meses maravillaron al planeta con una victoria inapelable, fruto de un fútbol avasallador, en la final de las finales europeas. El ejercicio que hay que hacer no es de borrón y cuenta nueva, sino todo lo contrario: es de mirar atrás, recordar lo que hacíamos y reverdecerlo con la imprescindible dosis de novedad para evitar ser predecibles, adornándolo también del entusiasmo y el vigor necesarios para presionar, para juntar las líneas, para dar por el compañero hasta el último aliento. En eso también viene bien un ejercicio de memoria: para darlo todo por el compañero, basta con recordar cómo jugaba ese compañero hace siete meses. Las piernas irán solas, como solas irán las suyas para apoyarte a ti.
Es posible que exista alguna contradicción entre los puntos 1 y 5 de mi anti-manual. Pero un ejercicio de memoria de tu grandeza reciente no tiene por qué conducirte a jugar exactamente igual que jugabas. La remembranza debe ser anímica. En lo estrictamente futbolístico, en lo táctico, toca renovarse o morir. Hay mimbres para ello, sobre todo si se introducen los mencionados retoques.
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