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¿Por qué no rota Zidane?

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Qué fácil es acostumbrarse a lo bueno. No hay nada de malo en ello, faltaría más, porque lo bueno siempre gusta. Un buen coche, un buen móvil o una buena comida siempre por delante de un coche viejo, un móvil que va lento o una comida mal preparada. Pero hay situaciones normales que pueden alterar esto, pues un buen coche se hace viejo y da problemas, un buen móvil se queda obsoleto y un buen chef a veces no atina con las especias. En el fútbol la teoría se mantiene, porque un equipo campeón no siempre vuelve a ganar, un equipo que juega bien puede tornar en un equipo que no lo hace, un entrenador y unas ideas que funcionan en un lado pueden no hacerlo en otro, y es este último ejemplo el que se va acercando lo que quiero contar.

De La Masía salieron en poco tiempo varias buenas generaciones de jugadores como Iniesta, Pedro, Cesc, Busquets, Piqué o Messi y ya parecía que el Barça siempre producía canteranos de excelente nivel, y que por ello, la siguiente generación iba a ser igual de buena, o incluso más. Y no. Fontás, Romeu, Bojan, Tello, Cuenca o Deulo se quedaron a años luz de sus predecesores. En esta misma época el Barça ganó muchos títulos apostando por una generación de oro de canteranos, y el Madrid pocos apostando por una revolución de plantilla con fichajes multimillonarios. Solo fue una pasaje en el tiempo, pero ya parecía ser esa la tónica habitual de décadas anteriores y venideras. Y no. Claro que no. Poco después fue el Barça quien tuvo que pagar millonadas por jugadores y el Madrid quien se alzó con títulos con una plantilla con muchos canteranos y bajo coste. En Barcelona se acostumbraron a sacar canteranos de muchísimo nivel y a ganar títulos con ellos y pensaron en que siempre sería así, porque claro, lo bueno gusta y es fácil acostumbrarse.

Ya me voy acercando a donde quiero llegar. A Zidane, a su Madrid, a su plantilla y a sus rotaciones. ‘Zizou’ consiguió un doblete histórico en una temporada muy peculiar y particular. Y uso estos adjetivos porque no es normal tener en tu plantilla al delantero titular del campeón de la Premier, al mediapunta estrella del todopoderoso Bayern y a uno de los mejores centrocampistas del mundo en el banquillo. Porque Morata, James e Isco eran suplentes, y eso mola y es bueno. Al madridista, como una persona normal y corriente que es, le gusta lo bueno. Le gusta el buen vino, los buenos coches y la buena comida, y por supuesto una buena plantilla, con buenos titulares y casi mejores suplentes. Pero esto último es temporal, irreal e inviable, como se demostró en verano. Morata y James quisieron salir, y quizás Isco hubiera hecho lo propio si la lesión de Bale no le hubiera brindado la posibilidad de estallar, explotar o reventar como futbolista top mundial.

Aquel Madrid funcionó porque la gestión de plantilla de Zidane fue soberbia y porque es más fácil rotar cuando todo va bien y cuando son Isco, James o Morata los que encabezan el famoso ‘equipo B’. Pero como decía, eso era inviable, y por tanto, obviamente, el Madrid no fue a por otro Morata (delantero de 80 millones) ni a por otro James (mediapunta de 30 goles producidos por temporada). Y no fue porque eso es lo normal. Lo normal es no tener un Lukaku, Icardi, Bellotti o Kane como suplentes de Benzema 100 millones mediante. Ni tener un atacante de de 80 millones como suplente o suplente del suplente. Eso es lo bueno y a lo que pronto nos habíamos acostumbrado, pero no es algo común.

Y no solo nos acostumbramos a un banquillo de oro, también a una política de rotaciones influenciada por ello. Ya parecía que la clave del éxito es rotar, dan igual las circunstancias, hay que rotar porque rotando se ganó. Se le atiza a Zidane por no rotar como hacía el año pasado, pero no se tiene en cuenta que ahora cuando rota no entra Isco, Morata o James, sino Ceballos, Llorente o Mayoral, veinteañeros con un futuro brillante por delante, pero al fin y al cabo jugadores jóvenes, con todo lo que ello conlleva. Son buenos, han rendido y van a rendir, pero no son jugadores de primerísimo nivel, aún. Y hay otra lanza que romper a favor de Zidane. Cuando un equipo funciona puedes cambiar un lateral bueno por uno malo, un extremo de gol por partido por uno que cumpla sin más o un central que lidere al equipo desde atrás por un canterano sin que el equipo lo note. Pero cuando las cosas no van bien el lateral bueno es el que parece malo, el extremo determinante parece no poder regatear a un cojo y el central jerárquico hace aguas por todos lados.

Y ya he llegado a donde quería llegar. Nos habíamos acostumbrado a lo bueno, a una de las mejores plantillas de la historia, a rotar y cambiar el equipo cada dos partidos y seguir ganando, a que todo fuera bueno y fuera bien. Y ahora las cosas no van tan bien y es normal rotar menos, porque lo que se pretende es ganar y luchar por los títulos, formar un 11 competitivo y asentar el equipo, no contentar o ser justo con un suplente o con otro, más aún cuando el nivel de ese suplente es de suplente real, no de titular indiscutible en un equipo aspirante a levantar la Champions League, esa que Zidane ha ganado dos veces en 18 meses rotando y dosificando a sus mejores jugadores, pero que se nos olvide, antes de eso las cosas no fueron tan bien y no se rotó tanto hasta haber asentado el equipo y la idea de juego.

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