Durante las últimas semanas, tras la conclusión de la discreta temporada del Real Madrid de baloncesto, empezó el tradicional despiece de la sección. No, no se llegó a aquellos días donde se pedía su cierre, pero sí se sugirió, como viene sucediendo en algunos sectores desde el mismo momento de su llegada, que había que poner a Pablo Laso en la calle, echar a media plantilla, o a toda, y empezar de cero con este nombre y ese otro.
Pasaron las semanas, el impacto de la decepción por la Final de la ACB perdida, y la forma en que se perdió, menguó, pero empezó a anidar otro tipo de actitud en el madridista pesimista: el Barcelona lo está haciendo mejor. Moerman y Heurtel, a los que hay que unir nombres como Larkin o Hanga, estuvieron y están de alguna manera vinculados al futuro del club blaugrana. Y eso, los nombres, su simple mención, más allá de si fichan o no, fue lo que hizo daño en la afición merengue, o en parte de ella, nerviosa porque el vecino catalán supuestamente lo está haciendo todo de manera brillante y su Real Madrid, nada de nada.
A veces, la vida digital, el mundo de las redes, te deja una impresión irreal de cómo son las cosas realmente. Quien se nutra solamente de información por ciertos medios y vías puede llegar a creer, en un momento dado, que el Real Madrid poco menos que está destruyendo todo y configurando una plantilla para la Liga EBA, la cuarta división nacional.
Los que deciden, es decir, Juan Carlos Sánchez y compañía, son los mismos que han hecho este plantel glorioso del Real Madrid, este equipo que es el mejor de la historia contemporánea del club y cuyos éxitos no son fruto de la casualidad. Hay que reconocer que los que saben han realizado una gran labor en el último lustro. Y que por tanto se merecen un voto de confianza.
En mi modesta opinión, la plantilla del Real Madrid no necesita de grandes cambios, de giros radicales. La llegada de Yusta y de Radoncic y la renovación de Reyes, dándole el rol que aquí apuntamos, son un acierto, como lo es la continuidad de Taylor, quien con la llegada de Fabien Causeur podrá descargarse más en ataque y centrarse en sus provechosas y eficientes labores defensivas.
El pívot serbio Ognjen Kuzmic, muy cerca de cerrarse como nueva incorporación cuando se escriben estas líneas, vendría a saciar ese hambre renovador de jugadores interiores, tras la discreta recta final de Othello Hunter, cuyo último tramo del curso le puso en el disparadero de salida, rumbo al CSKA de Moscú. Podría haber sido una pieza del proyecto 2017/18, pero tampoco consiste en tirarse de los pelos por su marcha.
El Madrid, salvo ocasión irrechazable, no saldrá al mercado a perder la cabeza. Falta por saber qué ocurrirá con Facundo Campazzo, con contrato en vigor pero sin aclararse su porvenir, toda vez que Sergio Rodríguez no volverá a la disciplina blanca. Pero la clave, atar a Llull, se ha logrado otro verano más.
Confianza ganada con los años
No es la primera vez que en la disciplina del baloncesto merengue bajan las aguas revueltas. Tampoco es la primera vez que eso sucede con Laso. Nos podemos retrotraer a 2014, donde se terminó la campaña de una manera similar a la de ahora, y donde el club apostó por seguir con Laso y trabajar en el futuro. El resultado fue el triplete, Euroliga incluida, de 2015.
Los rectores de la canasta en el Real Madrid han mostrado buen tino en durante estos tiempos y el camino a seguir es la confianza en su labor, porque la plantilla blanca, siempre que se mantenga Llull, sigue siendo una de las más competitivas de Europa. Y la permanencia del 23 está asegurada. Nos hemos pasado años pidiendo estabilidad para la sección y cuando llega, algunos buscan romper todo con un golpe de timón que, ahora mismo, podría colocar a la sección en sus días más oscuros. Y no hace tanto de ello. Confiemos un poco más en lo construido y conseguido y no miremos tanto a lo que hacen los otros, que trabajan con las urgencias de un trienio penoso. Paciencia y continuidad, esa es la receta.
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