Estimado tocayo:
menudo artículo te has marcado en el As. Gloria bendita. Como lo has escrito tú, quizá no te haga falta recordarte lo que en el texto dices, pero como es posible que alguno de mis lectores no lo haya leído, voy a permitirme el transcribir parte del mismo, con algunas acotaciones de mi cosecha. El artículo se llama “El gran reto que tiene Zidane”, lo que ya constituye un título prometedor por cuanto vale lo mismo para 10 de junio de 2017 que para el momento en que Zidane tomó posesión del cargo de entrenador del Madrid en enero del año pasado. De hecho, el espíritu del artículo es casi perfectamente adaptable a aquel momento histórico si le hacemos tres o cuatro retoques cosméticos.
“Ganar la Champions League no es una empresa fácil, incluso en el Real Madrid. En los últimos tiempos sólo ha habido cuatro técnicos que lo han logrado: Heynckes, Del Bosque, Ancellotti y Zidane”. Así comienzas, y es muy de agradecer. Primero, por reconocer que ganar la Champions no es fácil. Segundo, por admitir que Zidane está entre los técnicos que lo han conseguido (de los que citas, de hecho, Zidane se encuentra en solitario con Del Bosque en el binomio de quienes lo han hecho dos veces, con la particularidad de que Zidane ha logrado el doble entorchado en mucho menos tiempo que el salmantino). Pero está bien que reconozcas que lo ha conseguido, aunque no especifiques que haya sido por partida doble. Gracias.
“A pesar de los triunfos, la hegemonía del fútbol mundial de los últimos años ha correspondido al Barcelona, que aparte de ganar exhibió un estilo de juego brillante y dominador, asentado en un modelo característico de centrocampistas y en la presencia del jugador más decisivo del fútbol planetario”. Así prosigues, y la cosa empieza a gustarme un poco menos, qué quieres que te diga. Supongo que no te importará mucho si me gusta o no, como tampoco te molestará, por tanto, el que pase a diseccionar tan jugosa frase.
“A pesar de los triunfos, la hegemonía del fútbol mundial de los últimos años ha correspondido al Barcelona”. ¿A qué últimos años te refieres? ¿Utilizas la palabra “últimos” en el sentido que le otorga la RAE, o en el que acaso le depare algún otro diccionario (o diccionari) alternativo? Definición de último (o últimos) según el de la RAE: “Que está al final de una línea, de una serie o de una sucesión”. Yo miro hacia atrás en la sucesión de años que van del presente a sus anteriores y veo al Real Madrid campeón de Europa (título que existe consenso en señalar como el más importante en clubes del fútbol mundial) en 2017, 2016 y 2014. A ese otro equipo que tú ves hegemónico en “los últimos años” sólo lo encuentro campeón de Europa en 2015. Comprenderás entonces que muestre alguna perplejidad ante tu aseveración, que repito a continuación para asegurarme de que he hecho bien el copia/pega: “(…) la hegemonía del fútbol mundial de los últimos años ha correspondido al Barcelona”. Sí, he leído bien. Sí, he copiado bien. Sí, he pegado bien.
Si el Madrid gana 3-1 al Barcelona en Champions conquistadas en “los últimos años”, ¿por qué dices que la hegemonía ha correspondido al Barcelona, Jesús? Tiene que haber alguna razón que se me escapa. Quizás, por alguna razón que se me escapa también, el año 2015 cuenta con una ponderación especial en alguna medición oficial de excelencia futbolística a la que soy ajeno. ¿Vale por ventura las Champions histórica de 2015 (digamos) el triple que las logradas en el 14, 16 y 17? Tiene que ser algo así, porque aquí hablamos de datos objetivos y no de opiniones. Uno puede llegar y escribir que El canto del loco es mejor que Gershwin y (quizá enfrentando alguna oposición) salirse con la suya. Pero llegar y decir que Dani Martín compuso Summertime es tentativa condenada al fracaso a poco que tus interlocutores tengan acceso a Wikipedia. Y lo tienen.
No sé por qué sigo, la verdad. Supongo que porque tu artículo no consiste solamente en afirmar que Summertime fue compuesta con una guitarra y su voz nasal por Dani Martín una tarde de julio de 2007, sino que después te adentras en un análisis de Summertime que haría temblar a Gershwin si levantara la cabeza. Y, de paso, a Dani Martín si conociera Summertime.
Sigues embelesado ante ese Barça que supuestamente ha sido hegemónico “en los últimos años” (según tú) debido a que “aparte de ganar, exhibió un estilo de juego brillante y dominador, asentado en un modelo característico de centrocampistas y en la presencia del jugador más decisivo del fútbol planetario”. Lo dejas caer como si nada, pero la clave está en lo de “aparte de ganar”. Es clave en tu argumentación, porque si esto se tratara de ganar no podrías continuar por la senda que avanzabas (3 Champions de 4 + 1 Liga + 1 Supercopa europea + 1 Mundial de clubes es mucha tralla), pero en el momento en que apuntas a vuelapluma que hay cosas que al parecer importan (no a ti, sino al aficionado) mucho más que eso, parece que respiras fuera del agua. Y entonces ya pueden venir el estilo de juego “brillante y dominador” y “el modelo característico de centrocampistas”. ¿Qué es el modelo “característico de centrocampistas”?, te pregunto sin retórica. ¿Uno diseñado por ellos? ¿Uno donde hay muchos de ellos? ¿Uno donde no necesariamente hay muchos de ellos pero los pocos que hay son muy buenos? Nada de esto tendría sentido si antes no hubieras dejado caer que lo que importa no es ganar y por tanto puede haber otras cosas de mucho más fuste y enjundia para el aficionado, como el “estilo brillante y dominador” y lo de los centrocampistas, muchos o pocos, pero brillantes y dominadores a ser posible. De todos modos, no sé por qué pasas ahora a entretenerte en estas cosas tan sutiles, tan cualitativas, cuando por el mismo precio acabas de hacer de tu capa cuantitativa un sayo asumiendo que una Champions (2015) es más que tres Champions (2014, 2016 y 2017). Retorcer los argumentos se antoja un esfuerzo innecesario para quien tranquilísimamente puede retorcer los datos.
Para dar a tu artículo una pátina de presunta objetividad, a la referida frase sigue la siguiente. No tiene desperdicio: “El Madrid, obligado por su ADN, ha sido el único club del mundo que aguantó la competencia, aunque fuera apretando los dientes y sin tocar violines”.
“El Madrid, obligado por su ADN”, dices, de donde se desprende que lo que ha hecho al Madrid “aguantar la competencia” ha sido su tradicional casta. Con un poco de casta y un ADN apañao Mario de las Heras, Pepe Kollins y yo, sin más refuerzos, le metemos 0-4 al Bayern o le remontamos un 2-0 al Wolfsburgo la tarde que tú quieras. Pero no es “impulsado” por su ADN, no. Es “obligado” por su ADN, de donde se desprende que el Madrid estaba “obligado” a “aguantar la competencia” y que por tanto es lo menos que cabía pedirle por mucho que habláramos de aguantársela al mejor Barça de su historia, el mejor Atleti de su historia y uno de los mejores Bayern y Juve de sus respectivas historias. La asunción es meridiana: el Madrid no ha hecho más que cumplir con su obligación.
Y atención, claro, a lo de “aguantar la competencia”. ¿Aguantar? Aguantar la competencia al Barça, que es obviamente tu modelo y principio y fin de todas las cosas, es lo que yo llamaría a empatarle a número de Champions en “los últimos años”, o a que nos ganaran por una. Pero es que (lamento repetirme) hemos ganado la Champions en 2014, 2016 y 2017, lo que hace un total de tres por tan solo una de ellos. Si eso es “aguantar”, yo no aguanto a mi casero: me acuesto con él.
¿Pero “aguantar” cómo, Jesús? Aguantar “aunque fuera apretando los dientes y sin tocar violines”, nos aclaras. Fijaos en la aparente sencillez pero la ingente y ominosa carga de profundidad de ese adversativo: AUNQUE. “Aunque fuera apretando los dientes y sin tocar violines”.
Dientes. Violines. Dramática dicotomía. El llanto y el crujir de dientes de las calderas de Pedro Botero versus Mozart. Parece que la Duodécima te ha gustado un poco más (me quedo más tranquilo), pero esta licencia poética denota que las anteriores fueron demasiado ortodóncicas para tu gusto, que a cualquiera con un mínimo de sensibilidad tanto diente apretado debería provocarle bruxismo y que el tañir del violín es preferible siempre al rechinar de la dentición. No obstante, como digo (oh, albricias), parece que algo de música de fondo te ha llegado con la Duodécima, y aunque una Champions (2015) siga valiendo más que tres Champions (2014, 2106 y 2107) nos concedes a los madridistas el beneficio de la duda, no en el sentido de que tengamos algo que celebrar, porque tampoco es eso, pero sí el derecho a mirar el futuro con algún optimismo siempre y cuando -eso sí, no desoigamos el célebre consejo del Sr. Lobo en Pulp Fiction- Zidane siga fiel a esta línea que es la que a ti te gusta y que por tanto es la que tiene que ser. “Conservar esa matrícula los próximos años es el gran reto de Zizou”, espetas. Porque tú quieres, porque tú sabes y porque te da la gana. Pues claro que sí.
Mira, Jesús, no te conozco y no tengo nada contra ti pero voy a dejar ya de hacerme el tonto. Yo sé perfectamente por dónde va tu artículo. Tu artículo va de ir nutriendo desde ya mismo la congénita insatisfacción de un madridismo agónico que es lector de As por definición. Ese madridismo representa vuestra clientela, y se caracteriza porque lo mismo te suelta “una de ocho” minuto y medio después de que Cristiano le marque a Oblak el penalti de Milán que solloza por Morata cuando todavía no se ha pitado el final en el Welsh National Stadium. Pero yo tengo para mí que esta vez un artículo como este no puede ni siquiera encontrar eco en esa clientela. De verdad. Hasta para que el mensaje cale en ESOS vais a tener que esperar un poco esta vez.
Lo siento pero sí. Sé por dónde va el artículo. Vosotros querríais que el Madrid no lo hubiera ganado todo pero por desgracia sí lo ha hecho. ¿Qué hacer ahora? Muy sencillo: seguir hablando como si el Madrid no lo hubiera ganado todo, seguir hablando como si el Madrid no hubiera ganado nada. Sucede que el júbilo es demasiado abrumador esta vez, y lo es incluso para el más pipero de los piperos. Sucede que la orquesta (llena de violines y también de dientes, aunque no se vean) proyecta su sinfonía de modo demasiado apabullante y a un volumen excesivamente ensordecedor esta vez.
Créeme, de verdad: esta vez es mejor que esperéis por lo menos a que el Manchester nos gane la Supercopa. No falta tanto. Es en agosto. A primeros.
-Ya, pero ¿qué hacemos entretanto?
No lo sé, chico. Ahí ya no te puedo ayudar. Habla con Alfredo. Entre los dos seguro que alumbráis alguna idea. Aguantad el tirón hasta agosto y luego ya veis.
-Ya, pero ¿y si…? ¿Y si…?
-Dime.
-¿Y si al Manchester…?
-Dime.
-¿Y si al Manchester os lo cargáis también?
Entonces ya, estimado tocayo, escuchad con atención la orquesta, porque a lo peor lo que está sonando es el Réquiem. Dios no lo quiera, pero los violines son veleidosos cuando el director da siempre la espalda al público.
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