Mis criterios a la hora de acometer la gesta de elaborar sin excesivo rubor un once histórico del Real Madrid (con su correspondiente banquillo para hacer el trance mínimamente llevadero) son los siguientes:
1. Cada jugador, técnicamente hablando, ha debido ser el mejor o de los mejores en su puesto de cuantos se han desempeñado en él en la historia blanca. Excelencia técnica, por tanto.
2. Han de haber conquistado un palmarés envidiable, con ligas y sobre todo (claro) con Copas de Europa o Champions Leagues. Se observará que en mi equipo titular hay solo un jugador que no ha ganado nunca este último título, y casi todos lo han ganado dos o más veces.
3. Han de haber sido determinantes en la consecución de varios de los títulos colectivos en los que tomaron parte.
El once, sin más preámbulos, queda así:
-Casillas: Por difícil que sea ignorar su etapa final en el club, lo cierto es que no hay un guardameta en la historia del Real Madrid con tan crucial intervención en tantos títulos tan relevantes.
-Chendo: La solvencia hecha lateral derecho. ¿Panucci fue mejor? Sí, pero no encadenó tantas ligas seguidas, entre otras razones porque tampoco estuvo en el club tantos años ni mucho menos.
-Hierro: Lo tenía absolutamente todo. Él y Sanchís conformaron, como señaló Valdano, la única pareja de centrales de su era que jugaba al fútbol mejor que los delanteros a los que marcaban. Un líder.
-Sergio Ramos: Esta vez barreré para casa y citaré a un galernauta. Fantantonio: “Ramos es ya un jugador-nación como los que trajeron al Madrid de vuelta tras un sueño de 32 años.”
-Roberto Carlos: Lo más gráfico que se puede decir sobre él es que ni siquiera otro hombre llamado a ser un mito en el carril histórico del lateral izquierdo, Marcelo, llegará a eclipsarle.
-Redondo: Aunque ocasionalmente se avino a conformar dobles pivotes con otros centrocampistas, dominaba la zona ancha con tan insultante superioridad que echarle una mano era echarle una mano al cuello. Solo, completamente solo se las bastaba y sobraba para cortar, templar, mandar, circular e implosionar. A la vez la bestia y el príncipe del cuento.
-Modric: A la vez el espadachín y el pequeño juglar del cuento.
-Zidane: Otros estuvieron más tiempo en el equipo y ganaron más cosas, pero él es, sin menoscabo al resto, la cuota estética de mi once. Prefiero de lejos la eficacia el adorno, al menos en el fútbol, pero Zizou bien vale una excepción a la regla más sagrada (sin que ello implique que no fuese también un jugador enormemente eficiente).
-Cristiano Ronaldo: príncipe, bestia, espadachín y espejo del cuento. Todo menos juglar. Cuando dice que la camiseta le sienta “de puta madre”, dice algo más profundo de lo que cree: el mito dentro del mito, lo inenarrable como parte de lo egregio. Se ha dicho tantas veces que ya duele. Aspirina, o a pelo: no veremos nada igual.
-Di Stéfano + Gento: No los vi jugar, ni falta que me hace. El Real Madrid es por encima de todo un reclamo a la imaginación teñida de memoria (o viceversa). Si en un compendio de monstruos del imaginario colectivo no puedo citar al Yeti y el monstruo del Lago Ness, ya me diréis de qué hablamos aquí. Por lo demás, mi idea de la felicidad es una cerveza junto a Gento. Quiero que me cuente tantas cosas que al final, como pasa a veces, crea que las viví.
En el banquillo he puesto a Buyo (por trayectoria y cualidades merece ser el portero suplente), Arbeloa (porque quiero y porque me da la gana), Hugo Sánchez, Raúl (en el banquillo, qué crimen), Bale (podría estar en el once y algunos días lo está, solo que no hoy), Míchel (el mejor de la Quinta por mucho que el mejor fuera Martín Vázquez) y Santillana.
Y ahí os quedáis.
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