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Don Álvaro Arbeloa Coca

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Para entender el curioso caso de Don Álvaro Arbeloa Coca debemos remontarnos a aquella patada fortuita con la que Casillas cayó lesionado en Valencia. El Santo Oficio del periodismo deportivo cañí no perdonó tamaño oprobio. Tampoco su fiel adhesión a su jefe entonces, Mourinho, ni su habilidad con las oraciones subordinadas en las redes sociales frente a otros futbolistas para los que romper la barrera del monosílabo supone un hito. Más allá de consideraciones técnicas y del hecho de que Arbeloa apura esta tarde su último día como madridista en el Bernabéu, lo que realmente no perdonaron fue su independencia, cuestión de importancia superlativa en otros lares.

Los Torquemadas del tema decidieron tiempo ha establecer una limpieza de sangre en la católica, apostólica, romana y sacrosanta selección española y por extensión en el Real Madrid. Así fue cómo Arbeloa pasó a convertirse en un elemento herético de la España de Felipe V dentro de ‘La Roja’ y el Real.  Nos vendieron que Don Álvaro Arbeloa Coca arrebató Flandes al Imperio y que José Mourinho I entregó nuestra nación al Gran Turco.

del bosque arbeloa

Se rumorea en ciertos mentideros que el alineador nacional decidió que Arbeloa no fuera uno di noi en la medida en que repartía más leña que un aizkolari en invierno, y un día le dio por pisar a un angelito de San Rafael llamado Diego Costa. Que nuestro bravo hidalgo reparte está fuera de toda duda, pero otros que pisan cabezas parecen tener patente de corso. ¡Voto a Bríos! Costa ha tenido que apalear a media plantilla del Arsenal para recibir del Marqués un leve pellizco de monja.

Es cierto que los centros de Don Álvaro Arbeloa Coca no son lo que se dice un platanito. Tan cierto, pardiez, como que secar a tipos como Ribéry o Messi no está al alcance de cualquiera. Tan evidente como que algunos deberían agradecer que no hubiera memes cuando ‘El Pato’ Sosa vestía la colchonera. Tan incuestionable como que cierto charlatán debería permanecer una temporada en remojo, hacer 20.000 leguas de viaje submarino y dejar de subir tanto el periscopio.

Después de que el Santo Oficio apilara leña para quemar al hereje Arbeloa en la hoguera por no bailar al son tribal de su particular waka-waka, es en la hora de su despedida cuando debemos agradecer a Álvaro su coraje para ejercer de portavoz oficioso de un madridismo sometido a una agresión perpetua por tierra, mar, aire, prensa, radio y televisión ante el silencio de una capitanía general más pendiente de Instagram o de la última corrida de Talavante.

Gracias Don Álvaro Arbeloa Coca por tu profesionalidad, tu arrojo, tu compromiso, por partirte siempre la cara por este escudo. No todos pueden decir lo mismo.

Gracias, capitán.

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