Quantcast
Channel: Opinión – La Galerna
Viewing all articles
Browse latest Browse all 966

Felicidad programada

$
0
0

Hace unos años asistí a una anécdota curiosa que me sirve como ilustración de lo que os vengo a contar.

Seríamos un grupo de unas diez personas. El local estaba hasta arriba. Por suerte teníamos buen sitio en la barra y uno de mis amigos estaba pidiendo. Tenía la cartera en el bolsillo trasero del pantalón y la tentación de quitársela era prácticamente inevitable. Lo hicimos. Justo cuando le tocó pedir, se echó la mano al bolsillo y empezó a buscar lo que ya para entonces no estaba en el lugar que él esperaba. No duró mucho, pero fue el tiempo suficiente para que diera por perdida su cartera. Cuando estaba a punto de coger su teléfono para llamar y anular las tarjetas, se la devolvimos. La sensación de alivio y felicidad que le generamos en ese momento no se me olvidará nunca. De hecho, él pagó aquella ronda. Sin darnos cuenta, había descubierto algo de lo que hoy quiero hablaros: la felicidad programada.

El pasado martes, cuando a las 22:30 confirmábamos nuestro pase a semifinales de la Copa de Europa, me venía esta anécdota a la cabeza.  Me van a perdonar, pero yo no cambio para nada lo que he vivido estos días por un 0-3 en Alemania y una faena de aliño en la vuelta con goles de, pongamos por caso, Mayoral y Nacho de penalti.

Wolfsburgo

Hace unos años leí un artículo muy curioso. Científicamente hablando, el hombre más feliz del mundo es un monje budista llamado Matthieu Ricard que lleva 40 años viviendo en Nepal desprovisto de bienes materiales y sentimentales (no tiene pareja, obvio). Según él, había conseguido “el estado de bienestar y felicidad constante”. Oscar Wilde, por el contrario, definía el verdadero placer como algo que fuera delicioso, breve y que te dejara ligeramente insatisfecho. ¿Es compatible el placer con la rutina? Oscar Wilde pensaba que no, y yo también. ¿De verdad alguien piensa que puede provocar la misma felicidad un hecho esperado frente a otro imprevisto? Constancia y felicidad para mí son conceptos antagónicos. Lo siento, Matthieu.

Ya lo he contado otras veces, pero para aquellos que somos de la generación del 79, los años 90 fueron muy duros. Cuando tienes diez años, lo fácil sería estar al lado de los que ganan, pero no fue nuestro caso. Pasamos los 90 con apenas 2 Ligas y 2 Copas de Europa (y podemos decir que tuvimos suerte de vivirla tan pronto). Dos Ligas de diez posibles, se diría ahora.

Sin embargo, no me cabe en la cabeza por qué las pocas veces que hemos tenido alguna racha de éxito continuado, rápidamente nos hacemos a ella. Convertimos en rutina la excepcionalidad casi sin llegar a disfrutar de la felicidad que provoca la misma.

Creo que una de las cosas que perdimos con Mourinho fue ese estado de precariedad permanente que provocaba en nosotros. Me explico. Mourinho consiguió una cosa muy importante: convirtió en excepcional cada una de nuestras victorias. Conseguía esa atmosfera de remontada de valores perdidos, de afrenta a un enemigo común (que era el resto). Cada partido significaba recuperar algo: dignidad, señorío, mando… No había rutina. Quitó de nuestra mente la sensación de felicidad constante mientras nos guiaba a la Liga de los Récords. Nos quitaba la cartera del bolsillo para volver a hacernos felices. Programaba nuestra felicidad. Qué cabrón.

¿Y si como afición no estamos preparados para ganar siempre? ¿Y si esa amargura permanente que nos quieren inculcar algunos vendiéndonos la necesidad de “funcionarizar” la victoria no es lo que nos hará felices?

Si a pesar del chute de adrenalina de estos días se podía encontrar con facilidad a madridistas infelices y dubitativos, ¿qué ocurriría si ganáramos las Ligas en abril? ¿Realmente seríamos más felices convirtiendo en trámite un partido de cuartos de Copa de Europa? ¿A qué hora abandonaría la gente el estadio para no pillar atasco o coger buen sitio en el metro? ¿En el minuto 60?

Algunos nos quieren amargar las victorias cuando bastante nos cuesta ya digerir cada derrota.

No, mira. El Madrid debería perder todos los partidos de ida cuando ésta sea fuera de casa. Debería ser obligatorio llegar a marzo con 3 o 4 puntos que recuperar al Barça. Que todas las ligas sean las de Capello (escribiría Sabina). Que todos los derbis sean como Lisboa. Que cada partido sea una remontada. Que cada rival nos deba algo. Que cada victoria me deje insatisfecho. Que todos luchemos por un mismo enemigo. Que me roben la cartera. Que programen mi felicidad.

La entrada Felicidad programada aparece primero en La Galerna.


Viewing all articles
Browse latest Browse all 966

Trending Articles